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Advent I: Preparem-nos per rebre Jesús!!

Cuando hacemos deporte y el esfuerzo físico es más fuerte, es el propio cuerpo el que nos pide más oxígeno; llenar los pulmones para que éstos distribuyan por todo el organismo ese aliento que devuelva la fuerza y la vida a cada una de las células que están dándolo todo para que nosotros sigamos dando lo mejor de nosotros en ese partido o esa carrera o lo que estemos haciendo. Ese gesto de hinchar los pulmones provoca incluso que levantemos la cabeza, como quien mira al cielo, para que el aire entre mejor desde las fosas nasales hasta el último alveolo.



El día a día que llevamos, entre el trabajo, la casa, la familia, los mil y un frentes en los que estamos metidos hace que nos olvidemos de ese sencillo gesto: levantar la cabeza, tomar aire y respirar. Lo estamos dando todo, pero nos falta el aliento. Estamos exhaustos en la rutina, en el tiempo ordinario. Pero hoy comenzamos el Adviento y las lecturas nos claman a respirar y mirar el horizonte. Son un toque de atención para que dejemos lo urgente por lo importante y caigamos en la cuenta de lo más grande: Dios está a punto de nacer y nosotros aún estamos mirando a las musarañas.


Las lecturas llaman a esto mismo: subir a lo alto de la montaña, tomar perspectiva de nuestro ombligo y que todas las batallas en las que estamos nos alejan de ser la comunidad de creyentes enviada a ser esperanza en este mundo. Rezaremos con el salmo la alegría de la fe, el gozo de celebrar juntos de nuevo la paz que Dios nos trajo con la encarnación de Jesús. Así como cuando fuimos bautizados y recibimos al Espíritu Santo nuestros padres nos vistieron de gala, desde hoy nosotros nos revestimos de gala porque nos preparamos para recibir a Jesús que nacerá en breve.


Pero ¡ojo! Que hoy empezamos el Adviento y encenderemos la primera vela de la corona en la comunidad y ojalá en cada una de nuestras casas. Que este gesto sea nuestra actitud vital. Estar en vela, estar más atentos porque Dios viene a nuestra casa en unas semanas. Levantemos la cabeza, tomemos aire para llenar nuestros pulmones como si subiéramos al Tibidabo y nos quedemos embobados contemplando el horizonte, porque entre el mar y nosotros está la ciudad condal y nuestra realidad diaria que está plagada de algo que tu tienes: la alegría de quien sabe que lo mejor está por llegar.


Que así como levantamos la cabeza para llenar nuestros pulmones para respirar más profundamente, gastemos ese oxígeno en buenas conversaciones y ser la luz en la oscuridad en la vida de tantas personas.


Nubar Hamparzoumian, sj

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